jueves, 15 de mayo de 2008

ORIGEN Y PRESENTE DEL NACIONALISMO GRIEGO, (Parte I).

Configuración del espacio cultural helénico durante la antiguedad.


Para comprender bien el proyecto nacionalista griego de "Gran Grecia" o "Megali Idea", es preciso analizar previamente como se fueron configurando a lo largo de la historia tanto las señas de identidad de este pueblo, como la evolución del espacio geográfico ocupado por los griegos desde la antiguedad.

Por todos es conocida, al menos a grandes rasgos, la existencia de la civilización griega clásica.

Esta Grecia de Pericles, de Homero, Sócrates o Aristóteles, fue una cultura próspera, marcada por la aparición de un sinfín de grandes filósofos, pensadores y científicos.

Pero sobre todo fue la cultura de un pueblo comerciante que, organizado principalmente en ciudades-estado, fue capaz de desarrollar un modelo de sociedad el cual sentó las bases de lo que actualmente conocemos como "democracia liberal".

El mundo griego en el siglo VI a.c. (Click para ampliar)

A la expansión marítima y comercial, hay que sumar que se produjo un importante excedente demográfico el cual condujo a la fundación de numerosas colonias y factorías.

Esto hizo que la lengua y cultura griegas dejasen de estar circunscritas únicamente a la Hélade (parte sur de la Península de los Balcanes), y diesen el salto primero a la costa de Asia Menor (Jonia) y después al sur de Italia (Magna Grecia) y Sicilia, así como a otros puntos del Mediterráneo y el Mar Negro.

Asimismo, algunos estados balcánicos como Epiro, Macedonia o Tracia, si bien eran considerados como bárbaros por los propios griegos, poseían una fuerte influencia helenística.

Fue precisamente uno de esos estados -Macedona- el que logró unificar la Hélade por primera vez en la historia de la mano de su rey Filipo II.

Mosaico que representa a Alejandro Magno en el campo de batalla.

El hijo y sucesor de éste, Alejandro Magno conquistó el enorme Imperio Persa llegando hasta los confines de la India.

La muerte de Alejandro sin un sucesor claro, hizo que el imperio fuese repartido entre sus generales, surgiendo de el numerosos estados gobernados por dinastías greco-macedonias, produciéndose entonces una expansión aún mayor de la cultura helenística por todo el Oriente.


Los estados helenísticos herederos del imperio de Alejandro Magno (Click para ampliar).


El posterior establecimiento del Imperio Romano en todo el mundo Mediterráneo, no impidió que este sustrato lingüístico y cultural helénico continuase. En los momentos finales del milenario Imperio, la lengua griega era preponderante no sólo en todo Oriente, sino también en todas las costas del Mar Negro y en partes de Sicilia y del sur de Italia.

A partir del siglo III, es patente que Roma se encuentra en fuerte estado de crisis, la realidad socioeconómica y militar ha cambiado y son necesarias varias reformas para asegurar la continuidad del imperio. Una de estas reformas es el establecimiento de una descentralización política y militar del estado en cuatro partes, iniciándose una época conocida como "La Tetrarquía".

En el año 312, el emperador Constantino el Grande logró hacerse con el control de todas las partes del Imperio y, entre otras reformas de gran calado, decidió trasladar a Oriente su centro político.

Para ello, privó a la decadente Roma de la capitalidad y eligió a la pequeña ciudad griega de Bizancio, fácil de defender y estratégicamente situada entre Europa y Asia, como la nueva capital.

No reparó en gastos para construir sobre Bizancio una ciudad enorme y monumental como lo había sido la propia Roma, bautizó a su nueva capital como "Nueva Roma", aunque más tarde, en honor a su fundador, adquiriría el nombre definitivo de Constantinopla.

Otro de los grandes cambios que trajo Constantino fue el de sentar las bases para que la religión cristiana pasase de ser perseguida a convertirse en religión oficial del Imperio.

Uno de sus sucesores, Teodosio, dividió definitívamente el imperio en dos mitades, Occidente y Oriente, si bien otorgó cierta primacía a la parte oriental, gobernada desde Contantinopla.

El corazón del Imperio había sido trasladado desde Italia al centro del espacio cultural helénico, si bien en estos primeros momentos no cabe hablar de más que de un traslado geográfico, ya que la idea dominante del momento es la de la continuidad de la tradición romana y no la sustitución de esta por la cultura griega.


La división del Imperio Romano y el límite lingüístico greco-latino (click en el mapa para ampliar).

La posterior desaparición del Imperio Romano de Occidente a manos de los pueblos germánicos, deja como único superviviente a un Imperio Romano de Oriente que ocupa un territorio en el que, si bien sobreviven infinidad de lenguas y dialectos locales, es generalizado el uso de la lengua y la cultura griegas, iniciandose así un inevitable proceso de helenización del Imperio.





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